En nuestro anterior post os hablamos del cuidado del zapato. En esta ocasión vamos a descubrir cómo cuidar los pies en verano.
Al igual que para el calzado, limpieza e hidratación son las bases para el perfecto cuidado de los pies. Algunos buenos consejos son:
Hidratar los pies cada día
Después del aseo diario, secar bien los pies es fundamental. Seguidamente, daremos paso a una profunda hidratación para evitar las indeseadas durezas y callos. Hay que tener en cuenta que la piel de la planta es un poco más espesa debido a que es la que soporta el peso de todo el cuerpo.
Este hábito es muy recomendable para mantenerlo durante todo el año, ya que es un gran método para prevenir pies secos y agrietados.

Usar calzado adecuado y transpirable para la actividad
Para elegir un calzado adecuado para cuidar los pies podemos optar por una suela con cierto grosor. De este modo, podemos amortiguar y reducir impactos al caminar y sobre todo que sea transpirable. También es recomendable que la parte del talón esté más elevada que el resto del pie.
El zapato debe sujetar bien el pie, dejando movilidad suficiente para andar cómodamente. En cuanto a las sandalias, es mejor que tengan un punto en el que se sujeten con una hebilla o velcro. En zapatos cerrados, mejor que sean de piel 100% cuero, ya es el material natural más transpirable. Aunque ahora existen tejidos técnicos con magnificas cualidades.
Es muy importante que sepamos utilizar el calzado adecuado dependiendo la actividad que vayamos a realizar. Debemos dejar las “chanclas” solo para cuando vayamos a la playa o piscina.
Usar calcetines transpirables
Los calcetines de algodón 100% son los más recomendados, ya que este es el material más ligero y cómodo independientemente del clima. Los calcetines no deben “frenar” la transpiración del pie, pero si protegerlos de las posibles rozaduras cuando caminamos mucho o estrenamos calzado.
Pasear por la playa
Pasear por playas de arena es un hábito muy saludable para los pies y el cuerpo en general. Andar por una superficie blanda fortalece los músculos, las articulaciones y los tendones del pie. Además, el masaje que hace la arena a los pies mejora la circulación venosa y linfática.
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